Comenzaremos lavamos y cortaremos las fresas en trocitos pequeños, he probado esta receta con fresas en diferentes estados de maduración, y para mí el mejor sabor lo dan las fresas muy maduras, esas que tienen un rojo oscuro y ya no están tan tersas. 

En esta ocasión hemos comprado una bandeja de 500 gr por 1,15 €, tras apartar algunas para disfrutarlas al natural, nos han quedado aproximadamente unos 300 gramos de fresas ya limpias y sin las hojas verdes.

Ponemos nuestras fresas troceadas en un cazo mediano a fuego medio-alto, en apenas unos minutos comienzan a soltar su jugo y toda la cocina se inunda de un embriagador aroma a fresas que activa nuestro instinto más goloso. En este momento añadimos un generoso chorrito de zumo de limón y el 90 % del peso de las fresas en azúcar. Esta proporción es la que más me gusta, aunque la puedes variar en función de tus preferencias, eso si, debes tener en cuenta que cuanto menos azúcar le añadas más corta será la vida útil del resultado. En nuestro caso para 300 gramos de fruta añadimos 270 gramos de azúcar (blanquilla) y removemos hasta integrar bien. 

Seguidamente añadimos una vaina de vainilla cortada por la mitad longitudinalmente y dejamos que se desprenda su aroma por unos 15 minutos. Extraemos la vainilla y ponemos nuestra mermelada de fresas con un increíble toque de vainilla en un tarro y dejaremos templar.

 

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